Normalmente, reservamos este espacio para hacerle reseñas a discos que la gente espera con ansiedad; producciones ampliamente anunciadas a las que no podemos esperar para oír. Sin embargo, en esta oportunidad, te traemos un disco que tal vez no sepas que existe, de una artista mayormente conocida en Sudamérica.
Se trata de Isla Mater, la nueva producción de Connie Isla, una cantante, actriz, influencer y activista vegana de nacionalidad argentina, que a nuestro entender, propone un sonido, no necesariamente nuevo, pero inteligentemente reconstruido como para calificar como novedoso.
Como muchos otros artistas de esta era, Connie se dio a conocer en 2015, a través de su cuenta de Instagram, realizando covers de canciones con su ukelele.
Desde un comienzo, Connie se mostró muy interesada en utilizar su nueva fama para concientizar a la gente sobre temas ecológicos, la crisis climática, la explotación de petróleo y hasta el maltrato animal.
No es fácil llevar adelante una carrera musical, al mismo tiempo que se pone en evidencia realidades sociales completamente diferentes a las que queremos oír. Este tipo de cachetadas de realidad, suelen crear reacciones instintivas de defensa, que no ayudan a sumar seguidores u oyentes.
Sin embargo, Connie se mantuvo en la suya desde el día uno, por lo que más allá de los haters de siempre, logro acumular más de medio millón de seguidores en Instagram, que la siguen por su música, su activismo, o por ambas cosas.
Este es el tercer trabajo de estudio de Isla, el cual contiene 14 temas interconectados a la temática espacial. El disco es una especie de viaje intergaláctico cuya nave despega desde el primer corte.
Su música habla de asuntos propios y de otros que nos atañen a todos. Ha editado otros dos discos, el primero titulado “Luz y Fuego” lanzado en 2019 y “2020”, compuesto durante la estricta cuarentena llevada a cabo en su país, y lanzado en 2021.
En su música encontramos pop, tango, música urbana y ahora sonidos más electrónicos en los que, como ella mismo dijo, debió dejar bajo llave su ukelele y guitarra, para separarse musicalmente de sus trabajos anteriores y navegar nuevos mares musicales.
A simple vista, su producción podría pasar por una suerte de tecno-pop ya conocido, pero al escucharlo con atención, nos encontramos con arreglos muy bien trabajados que toman por sorpresa al oyente, algo que hoy por hoy se ve —o mejor dicho— se oye poco.
Parte de ese buen trabajo, estuvo a cargo de diversos productores, que de alguna manera tejieron su proceso creativo con nuevos hilos, logrando un efecto más que interesante, trabajado por nombres como Melt music, Joaquin Bernabe, Punga y otros, además de las colaboraciones de artistas invitados como Marki, Leo Rizzi, Flyboiz y Odd Mami.
Un disco que no esperabas, pero que probablemente recibas con los brazos abiertos, ya que ayuda a refrescar la escena del mainstream actual, que de a momentos, puede sonar un tanto monótona.