Lo Que Tu Gusto Musical Dice De ti

Los gustos musicales de cada uno, son una mezcla de nuestra personalidad, nuestras vivencias y nuestro entorno. Las canciones son como fragancias o colores, te pueden gustar o no y es muy difícil explicar el porqué.

Parte de Nuestro ADN

La música está tan arraigada a nuestro ADN y puede decir todo aquello que no nos animamos a decir, o no sabemos cómo expresar. De alguna manera al oírla, estamos diciendo aquello que queremos que otros escuchen.

Dentro de esos parámetros, encontramos que la gente que cuenta con cierta formación musical, tiende a escuchar música más elaborada o culta, mientras que aquellos que no poseen dicha formación, se inclinan hacia músicas más populares.

El Que Sabe, Sabe

La formación musical nos permite oír la música de otra manera, apreciando cada instrumento y el talento de quienes los ejecutan. Sin embargo, por el contrario, cuando esa formación musical no existe, tendemos a simplemente apreciar un tema en forma general, basando esa decisión en parámetros mucho más instintivos.

El músico argentino Fito Páez, dijo en una entrevista: “¿Viste que uno dice, no me gusta esa música o ese cantante? Y no, no es que no te guste, es que no tienes recursos para comprenderlo”. Estos recursos a los que se refiere Páez, no solo tienen que ver con haber tenido una formación musical, sino también con lo que hemos oído de niños, la exposición a otras músicas, culturas, lenguajes y mucho más.

Pero Hay Cambios

Por otro lado, como decíamos antes, nuestra personalidad tiene mucho que ver con la música que nos gusta, pero ocurre que dicha personalidad va cambiando con el correr de los años, y, por lo tanto, a lo largo de nuestras vidas, es posible que pasemos de Dora la Exploradora a Bad Bunny, a C. Tangana y a Mozart.

En este sentido, existen tres etapas musicales en nuestras vidas, claramente marcadas:

La Infancia

La infancia suele estar altamente influenciada por lo que oyen nuestros padres o nuestros hermanos mayores.

La Adolescencia

La Adolescencia está en general marcada por gustos musicales de moda y por todo aquello que logre incomodar a nuestros padres. Es esa etapa de rebeldía en la que buscamos encontrarnos a nosotros mismos y nos refugiamos más en lo que oyen nuestros amigos cercanos, que en las playlists de, digamos… el tío Jorge.

La Adultez

En esta etapa comenzamos a perder interés por la música contemporánea. Nuestro físico ya no tiene la destreza de antes y nos movemos a otra velocidad. Esa velocidad se ve plasmada también en el tipo de música que oímos, que en términos generales tiende a asociarse con baladas, música clásica, jazz o incluso.

Repítemelo Otra Vez

Sin embargo, algo que nos une a todos y a cualquier edad, es el hecho de que a nuestros oídos les guste la repetición. Cuanto más estamos expuestos a un estímulo, más positiva es nuestra actitud hacia ese estímulo.

Seguramente te habrá pasado odiar un tema que esté de moda en las radios, y al tiempo darte cuenta de que ya no te molesta tanto, o encontrarte siguiendo el ritmo de este con tus pies. Ocurre que cuando nuestro cerebro puede anticipar lo que va a pasar, o en este caso, el acorde que está por sonar, bajan los niveles de estrés y crece en nosotros una sensación de relajación casi inconsciente.

En Conclusión

Para algunos de nosotros, la música puede ser tan importante en términos de supervivencia, como el aire, el agua o la comida. El efecto que provoca en nuestros cerebros va mucho más allá de lo que nosotros mismos podemos comprender y por eso forma pieza fundamental de lo que somos.

Un ejemplo increíble de este efecto, puede comprobarse en este triste y hermoso video que te compartimos a continuación, de una abuela ex bailarina, con Alzheimer’s, que reacciona mágicamente al escuchar la música de El Lago de los Cisnes.